He visto lápices de casi todos los colores y de casi todas las marcas. Cuando era pequeña mi madre me compró el típico maletín que venía con todos los lápices de colores del mundo, también traía ceras de las gordotas que patinaban por el papel que daba gusto y unos rotuladores con punta fina por arriba y punta gruesa por abajo. Pero fue la repera cuando me compró los rotuladores mágicos, ¿os acordáis?. Aquellos con los que pintabas con uno en un papel y le pasabas el rotulador blanco por encima y cambiaba de color. No sé vosotros, pero yo no era la típica niña que mordía el final del lápiz como si esa madera astillada de alpino tuviera vitaminas, aunque si por aquella época hubieran existido estos lápices de parmesano me los hubiera comido de dos en dos o de tres en tres.
Este paquete de lápices de queso lo diseñó hace unos de años la agencia Kolle Rebbe para The Deli Garage, consiste en tres lápices de parmesano con diferentes combinaciones; uno de trufa, otro de chili picante y el otro de pesto. En el packaging viene incluido un sacapuntas y en la parte trasera lleva marcada una escala de mediciones para que no te pases de la raya con las virutas de queso, incluso especifica las calorías que le estás quitando al lápiz y poniendo a tu ensalada, a tu pizza o a tus macarrones.
Además de que estos lápices de parmesano son realmente vistosos, tiene que ser muy práctico sacarle punta al queso porque no hay nada más engorroso que rallar un trozo durete de queso parmesano. O yo tengo muy mala puntería o cuando lo estoy rallando se mueve la mesa, no sé. El caso es que por el momento no vamos a poder comprobar lo molones que son estos lápices, porque fue una edición limitada de 500 unidades que se agotaron en menos de dos semanas. Desde aquí lanzo un llamamiento a las empresas queseras para que copien estos lápices de parmesano y hagan por lo menos 47 millones de unidades y podamos probarlos todos. Si no los queréis ya me los quedo yo, por si con el chocolate tuviera poco.
¿No os parecen la releche?
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