Hay infinidad de cosas sencillas en la vida que me dan un placer casi inexplicable y las elevo -en la escala Richter de mis emociones- a la categoría de arte de vivir. Son cosas que dejan de ser cosas para pasar a ser (así, a secas); el arte de dormir la siesta, el arte de calentarse los pies en las pantorrillas del vecino, el arte de zampar con las manos, el arte de magia o el arte de comer en el sofá, entre muchas otras.
Todos esos micromomentos se pueden agitar en un sólo día y convertir un rato de 2 horas en el mejor lugar de tu mundo. Por eso hoy te doy motivos para que comas, meriendes, desayunes o cenes más de un día en el sofá.
Comer en el sofá es un arte que deberías mirar de cerca. Al contrario que los cuadros, se ve mejor. Atrévete a romper las normas, dale un tijeretazo a la rutina y pon un paréntesis en tu disciplina de colegio para espatarrarte en tu sofá blanco impoluto con un cuenco de cookplay en una mano y una serie, una revista o un amor en el horizonte de tus ojos.
Comer en el sofá convierte los minutos en horas, ensancha tu burbuja para que campes a tus anchas en tu ‘yo’ más infinito y profundo, te ayuda a que mastiques con calma las frutas que dejaste ayer en la nevera y has reciclado hoy convertidas en ensalada y le da un golpe seco a tus tensiones para desparramarlas entre el reposabrazos y el cojín.
Al contrario de lo que nos decían las abuelas, comer en el sofá hace que tengamos mejor postura que en una rígida silla entre la espalda y la pared de la mesa. Comer en el sofá te ayuda a que te relajes más y mejor, por lo tanto, a que mastiques más despacio y en consecuencia, a que tengas una mejor digestión.
Lo único que debes tener en cuenta cuando comas en el sofá es utilizar un recipiente cómodo y práctico para que no lo dejes todo hecho un cuadro y entonces sí que quieras mirarlo de lejos. Los cuencos de Cookplay que utilizo (y que ves en mis fotos) están hechos para que puedas dejarlos cómodamente en la palma de tu mano y disfrutes del mundo con la otra. Son muy prácticos y al igual que comer en el sofá, son arte.
Si ya no encuentras excusas para decirle a tu amor que esta noche cenáis en el sofá o que mañana desayunas con el moño y los calcetines sentada a lo indio con los cojines entre las piernas, ábrele este post en la mesa y pónselo al lado de la servilleta a ver si así le convences de que las normas están para romperse.
La vida sabe diferente si de vez en cuando la masticas en el sofá, leyendo lo que te viene en gana, hablando sola con la tele y suspirando cada dos por tres disfrutando de que los minutos se estiren como los chicles boomer.
Gracias Cookplay por permitirme desayunar, comer, cenar y seguir soñando en el sofá mientras planeo comerme el mundo.
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