Fue a principios de enero de 2015, quería encontrarme y reconocerme rebuscando entre posibles proyectos propios que reflejaran mis verdaderas pasiones, que convirtieran mi disfrute en mi trabajo y al revés. Tenía algunas ideas dando tumbos entre mi lóbulo parietal y el occipital que pedían salida a alguna sinapsis. Necesitaba colocar a este impulso casi innato de evolución en el límite de la zona de confort y empujarle a saltar. ‘Una pequeña diferencia puede ser cruZial’, he tomado prestado el claim de la nueva cerveza de Cruzcampo porque no se me ocurre mejor frase para definir el momento en el que decidí dejar todo lo que se supone que debía hacer para hacer aquello que debía.
Hay que suprimir las suposiciones, soñar despierta, agarrar fuerte tus pasiones y creer firmemente en esa pequeña diferencia que te hace grande. No lo tenía tan claro en febrero de 2015 con medio pie en un Mésame Mucho que no era exactamente este.
Me costó abril y medio saber que mi manera de expresarme, mi forma de vivir y mi querida sinestesia me iban a permitir tocar el teclado como si fuese un piano y conectar con algunas de vosotras como no lo logró aquella sinapsis de enero. Tenía miedo de ser demasiado ‘yo’, de utilizar un lenguaje tan radicalmente visceral para un blog de estilo de vida foodie, creí que nadie me iba a entender y que mi apuesta por dejar lo que se supone que debía hacer para subirme a aquella pequeña diferencia, no me iba a llevar a otro sitio que a un estruendoso eco vacío.
Me equivoqué y he acertado, hoy afirmo con rotundidad que ‘una pequeña diferencia puede ser cruZial’ y que gracias a ella (y a vosotras) he podido experimentar retos fascinantes.
No suelo hacer inventario emocional al acabar el año, aunque reconozco que a veces cuento con los dedos sobre la barbilla cuántas metas he cruzado los últimos doce meses. Este año ha sido demasié y no me bastan las dos manos. Por eso me apetecía mucho sentarme en esta Mesa a escribirte, a contarte y a alentarte a que sacudas tus miedos, tus inseguridades y los ‘que dirán’ porque son los tres mosqueteros que van a luchar con fuerza contra tu creatividad para hacerte creer que eres capaz de mucho menos de lo que eres.
Lánzate, coloca a tus ganas de todo en el final de tu zona de confort y cómete el mundo. Te va a gustar, porque no es lo mismo Bésame Mucho que Mésame Mucho, ¿no?.
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