Nos complicamos la vida buscando combinaciones perfectas, exactas, calculadas al milímetro, planeadas al centímetro y aburridas al kilómetro. Hacemos listas interminables de vasos por comprar, servilletas a juego, copas que se rompieron, platos que no están a la altura y cuchillos que se nos han quedado en el drama de un número impar. Querida, lo que triunfa es poner la mesa con lo puesto.
Quieres preparar una cena íntima pero no demasiado formal, has pensado que sería fantástico disfrutar de una cena fría y fácil de preparar, vas a improvisar unas fajitas con el salmón con parmentier que tienes en la nevera, presentarás diferentes tipos de gazpacho en formato cocktail, harás a cuadraditos el pastel de atún para compartir y comer con las manos mientras atardece entre risas e historietas pero no tienes nada claro cómo puedes poner la mesa de una manera especial sin tener que escaparte a comprar algún centro de mesa que te saque del apuro. Quieres hacer algo único y personal, ¿quieres encontrar el arte de poner la mesa con lo puesto pero no sabes por donde empezar a buscar?
El arte de poner la mesa con lo puesto es la combinación de los diferentes elementos que tienes en casa para conseguir una mesa bonita. Vivimos con el miedo a que se nos rompa un vaso de ese juego que tenemos de color azul cielo pensando que, si son impares, ya no los podremos usar nunca más en nuestras cenas de parejas. Cuando perdemos un tenedor de los de los domingos se nos escapa una lagrimilla porque ya no podremos utilizar la cubertería entera. Y así vamos, contando cuánto tenemos dividido entre a cuántos podemos invitar. Vale, tal vez exagero pero casi.
Tenemos un mantel para los domingos, otro para navidad, las servilletas de papel para el día a día y las de tela para alguna que otra ocasión especial. Nos emperramos en sacar el juego de cafés sólo cuando vienen invitados por más que nos encante beber de esa taza en miniatura. Hacemos lo mismo con los platos con ribetes, las copas de cristal soplado y los cubiertos rimbombantes…
Acostumbramos a vivir una vida inventariada, repleta de normas impuestas por nadie sabe qué ni quién y, lo más curioso, es que solemos cumplirlas a rajatabla olvidándonos, a veces, de disfrutar el más absoluto presente.
Hoy te propongo romper las normas, cambiar las rutinas y aprovechar todo lo que tienes desparejado (o no) para montar una bonita mesa par.
Te invito a que saques las flores del jarrón y le des la vuelta a las copas, que utilices las baldosas como posavasos, montes la tabla con dos caballetes para estar más cerquita y saques las cubiteras para poner las porciones de la mantequilla para el pan. Olvídate del portavelas de los sábados y vamos a completar el puzzle desigual que te propongo con un centro de mesa original que prepararemos con lo puesto.
¿Sabes cuándo abres el armario y dices ‘no tengo nada que ponerme’ pero en realidad tienes infinidad de combinaciones maravillosas? Con los armarios de la cocina pasa lo mismo, hay una constelación en cada estantería dispuesta a que la descubras.
Fíjate con este truco, tus copas querían ser candelabro como centro de mesa y tú lo vas a descubrir hoy.
Un candelabro original como centro de mesa:
1. Coge las flores que tengas por casa e introdúcelas en las copas.
2. Dale la vuelta a las copas.
3. Da igual si tienen diferentes tamaños. Si son vasos, copas de vino o tazas de desayuno. Lo único importante es que sean transparentes.
4. Coloca sobre cada base (que ahora es la cima) una vela.
5. Enciéndelas y pide los deseos que quieres que se cumplan esa misma noche.
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